“Ese
hombre de larga túnica es el “primero y el último”, el Alfa y la Omega, el que
estuvo muerto y ahora vive, el que parecía derrotado, pero ahora tiene las
llaves de la muerte y del más allá: el que vive. El Viviente se hace ahora
presente en nuestras habitaciones cerradas por el miedo; el Viviente se hace
presente en nuestras comunidades frágiles y pecadoras; el Viviente se hace
también presente entre los que dudan. El Viviente se hizo presente entre los
discípulos y está también presente en nuestras comunidades de todos los
tiempos. Sus palabras son siempre de paz: ¡No tengáis miedo! Su presencia nos
llena de alegría. Su misión es nuestra misión y su Espíritu es ahora nuestro
Espíritu” (Sergio César Espinosa).
EVANGELIO Jn. 20,19-31.
Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros». Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo». Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos». Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor». Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo». A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a vosotros». Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente». Contestó Tomás: «¡Señor mío y Dios mío!». Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído? Bienaventurados los que crean sin haber visto». Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.
REFLEXIÓN
Lo que pretende el evangelista San Juan en esta bella narración es describirnos la situación concreta en que se halla una Comunidad que todavía no ha hecho experiencia de la Resurrección y esa misma comunidad cuando ya se ha encontrado con Él. Esta experiencia es “fundante” y sirve para todos los tiempos.
ESTA ES LA SITUACIÓN DE LA COMUNIDAD ANTES DEL ENCUENTRO CON EL RESUCITADO.
SITUACION DE UNA COMUNIDAD QUE SE HA ENCONTRADO CON JESUS.
Me pregunto: ¿Qué hubiera pasado si Jesús no se hubiera aparecido a Tomás? Se hubiera ido del grupo. No hubiera podido soportar la presión de unos compañeros felices y contentos y él lleno de tristeza. Se sentiría totalmente desfasado. Sin el encuentro con Jesús Resucitado, sin experiencia de Pascua, es imposible llevar una auténtica vida cristiana. La Iglesia no necesita cristianos con caras de Viernes Santo sino cristianos con caras de Pascua de Resurrección.
PREGUNTAS
1.– Soy cristiano por la gracia de Dios. Pero ¿Siento la presencia del Resucitado dentro de mí como Alguien que me hace feliz y me empuja a hacer felices a otras personas?
2.– Después de la Resurrección de Jesús, ¿Vivo la fe de una manera aislada, o siento una imperiosa necesidad de vivirla en grupo, en comunidad?
3.- ¿Cuándo termina la Semana Santa para mí? ¿el Viernes Santo o el Domingo de Pascua?