Vísperas

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO 

Confiada mira la luz dorada
que a ti hoy llega, Jerusalén:
de tu Mesías ve la alborada
sobre Belén.
 
El mundo todo ve hoy gozoso
la luz divina sobre Israel;
la estrella muestra al prodigioso
rey Emmanuel.
 
Ya los tres magos, desde el Oriente,
la estrella viendo, van de ella en pos;
dan sus primicias de amor ferviente
al niño Dios.
 
Ofrenda de oro que es Rey declara,
incienso ofrece a Dios su olor,
predice mirra muerte preclara,
pasión, dolor.
 
La voz del Padre, Cristo, te llama
su predilecto, sobre el Jordán.
Dios en los hombres hoy te proclaman
valiente Juan.
 
Virtud divina resplandecía
del que del agua vino sacó,
cuando el anuncio de Eucaristía
Caná bebió.
 
A darte gloria, Señor, invita
la luz que al hombre viniste a dar,
luz que nos trae gloria infinita
de amor sin par. Amén.

O bien:

Reyes que venís por ellas,
no busquéis estrellas ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas.
 
Mirando sus luces bellas,
no sigáis la vuestra ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas.
 
Aquí parad, que aquí está
quien luz a los cielos da:
Dios es el puerto más cierto,
y si habéis hallado puerto
no busquéis estrellas ya.
 
No busquéis la estrella ahora:
que su luz ha oscurecido
este Sol recién nacido
en esta Virgen Aurora.
 
Ya no hallaréis luz en ellas,
el Niño os alumbra ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas.
 
Aunque eclipsarse pretende,
no reparéis en su llanto,
porque nunca llueve tanto
como cuando el sol se enciende.
 
Aquellas lágrimas bellas
la estrella oscurecen ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Engendrado antes de la aurora de los siglos, el Señor, nuestro Salvador, hoy se ha manifestado al mundo.

Salmo 134
HIMNO A DIOS, REALIZADOR DE MARAVILLAS

I

Alabad el nombre del Señor,
alabadlo, siervos del Señor,
que estáis en la casa del Señor,
en los atrios de la casa de nuestro Dios.
 
Alabad al Señor porque es bueno,
tañed para su nombre, que es amable.
Porque él se escogió a Jacob,
a Israel en posesión suya.
 
Yo sé que el Señor es grande,
nuestro dueño más que todos los dioses.
El Señor todo lo que quiere lo hace:
en el cielo y en la tierra,
en los mares y en los océanos.
 
Hace subir las nubes desde el horizonte,
con los relámpagos desata la lluvia,
suelta los vientos de sus silos.
 
Él hirió a los primogénitos de Egipto,
desde los hombres hasta los animales.
Envió signos y prodigios
—en medio de ti, Egipto—
contra el Faraón y sus ministros.
 
Hirió de muerte a pueblos numerosos,
mató a reyes poderosos:
a Sijón, rey de los amorreos,
a Hog, rey de Basán,
a todos los reyes de Canaán.
Y dio su tierra en heredad,
en heredad a Israel, su pueblo.

Ant. Engendrado antes de la aurora de los siglos, el Señor, nuestro Salvador, hoy se ha manifestado al mundo.

Ant. 2. El Señor es grande, nuestro dueño más que todos los dioses.

II

Señor, tu nombre es eterno;
Señor, tu recuerdo de edad en edad.
Porque el Señor gobierna a su pueblo
y se compadece de sus siervos.
 
Los ídolos de los gentiles son oro y plata,
hechura de manos humanas:
tienen boca y no hablan,
tienen ojos y no ven,
 
tienen orejas y no oyen,
no hay aliento en sus bocas.
Sean lo mismo los que los hacen,
cuantos confían en ellos.
 
Casa de Israel, bendice al Señor;
casa de Aarón, bendice al Señor;
casa de Leví, bendice al Señor;
fieles del Señor, bendecid al Señor.
 
Bendito sea en Sión el Señor,
que habita en Jerusalén.

Ant. El Señor es grande, nuestro dueño más que todos los dioses.

Ant. 3. Esta estrella resplandece como llama viva y revela al Dios, Rey de reyes; los magos la contemplaron y ofrecieron sus dones al gran Rey.

Cántico Cf. 1 Tm 3, 16
ALABAD AL SEÑOR, TODAS LAS NACIONES

R. Alabad al Señor, todas las naciones
 
Cristo, manifestado en la carne,
justificado en el Espíritu.
 
R. Alabad al Señor, todas las naciones
 
Cristo, contemplado por los ángeles,
predicado a los paganos.
 
R. Alabad al Señor, todas las naciones
 
Cristo, creído en el mundo,
llevado a la gloria.
 
R. Alabad al Señor, todas las naciones

Ant. 3. Esta estrella resplandece como llama viva y revela al Dios, Rey de reyes; los magos la contemplaron y ofrecieron sus dones al gran Rey.

LECTURA BREVE 2 Tm 1, 9-10

Dios nos salvó y nos llamó a una vida santa, no por nuestros méritos, sino porque, desde tiempo inmemorial, dispuso darnos su gracia, por medio de Jesucristo; y ahora esa gracia se ha manifestado al aparecer nuestro Salvador Jesucristo, que destruyó la muerte y sacó a la luz la vida inmortal por medio del Evangelio.

RESPONSORIO BREVE

V. Será la bendición de todos los pueblos.
R. Será la bendición de todos los pueblos.
V. Lo proclamarán dichoso todas las razas de la tierra.
R. Todos los pueblos.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Será la bendición de todos los pueblos.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Los magos, al ver la estrella, se dijeron: «Éste es el signo del gran Rey; vamos a su encuentro y ofrezcámosle nuestros dones: oro, incienso y mirra.» Aleluya.

MAGNÍFICAT Lc 1, 46-55
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
 
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
 
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
 
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Los magos, al ver la estrella, se dijeron: «Éste es el signo del gran Rey; vamos a su encuentro y ofrezcámosle nuestros dones: oro, incienso y mirra.» Aleluya.

PRECES

Veneremos, con grandísimo gozo, a nuestro Salvador, que en este día fue adorado por los magos, y digámosle: 
 
Salva, Señor, la vida de los pobres. 
 
Oh Rey de las naciones, que llamaste a los magos, como primicia de los pueblos gentiles, para que te adoraran, 
— danos el espíritu de adoración y servicio. 
 
Rey de la gloria, que riges a tu pueblo con justicia, 
— concede a los hombres paz abundante. 
 
Rey eterno, que subsistes por los siglos, 
— haz que tu palabra penetre en nuestros corazones como la llovizna que empapa la tierra. 
 
Rey de justicia, que quieres librar al pobre que no tiene protector, 
— ten piedad de los desgraciados y afligidos. 
 
Oh Señor, cuyo nombre es bendito por los siglos, 
— haz partícipes a nuestros hermanos difuntos de las maravillas de tu 
salvación.

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad  en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

ORACIÓN

Señor y Dios nuestro, que el esplendor de tu gloria ilumine nuestros corazones, para que podamos atravesar las tinieblas de este mundo y llegar a la patria donde todo es eterna claridad. Por nuestro Señor Jesucristo.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.